A Mariela Betancourt C.

Me enseñaste a descubrir un nuevo día, luego del triste anochecer... No siempre se tiene la suerte de ser elegido para amar a una gran persona. Descubro que soy especial y ahora intento y vuelvo respirar junto a ti... Has dejado que mi dolor cobre salud y que mis lágrimas cesen su caudal.

Gracias infinitas por estar en cada instante... en que mis ojos despiertan... sobretodo en los momentos en que vienen las pesadillas del tormentoso día aquel. Y porque mis brazos siempre tienen a quien apretar. Porque te desvelas con mi sufrir y alivias la carga de mi dolor.

El tiempo de amar nos pertenece... Es tuyo y es mío.... Quizás vendrán más personas, por el momento quiero estar cerca de ti, sentado al calor de tus caricias, déjame seguir jugando en tus azabaches cabellos y de tu arquitectura femenina deleitar toda esa dulzura que escondes en tu piel morena. Gracias por estar aquí, junto a mi lecho sufriendo mi pesar y alegrando mi vivir.

Otra oportunidad es posible, solo sí tu lo decides... Que en mi futuro incierto seas tu, la base de la pirámide del crecimiento y que por siempre seré tu eterno agradecido. Gracias, por dejarme ser un miembro de tu familia. por creer en mí, con todas mis imperfecciones y por mostrar la otra cara de la moneda y de la vida.


Maturín 1988-89 Venezuela